La sequía ha marcado la evolución del ciclo vegetativo de la viña. Desde el mes de enero hasta el día 25 de mayo, se han registrado 69 l/m2, cuando en los últimos años la media registrada en el mismo período ha sido de 200 l/m2. Esto ha provocado una brotación muy irregular: en las zonas menos húmedas observamos que la masa foliar se encuentra entre 10 y 20 cm, mientras que en las zonas más húmedas puede llegar a 1 m. Al mismo tiempo, y por lo general, hay menos vegetación debido a la sequía. De ahí la necesidad urgente de que llueva.
La floración ha sido así temprana, empezando a principios de mayo. Es la fase del ciclo vegetativo de la cepa cuando las flores, blancas y minúsculas, se abren, esperando ser polinizadas por el viento y los insectos. La floración determina el volumen de la cosecha y la fecha de comienzo de la vendimia. Es un momento decisivo que influirá directamente sobre la producción y calidad de los vinos de esta añada.
Una vez la flor es polinizada, se empezará a desarrollar el grano de uva, el “cuajado”, la transformación de la flor en fruto. El cuajado se completará en dos o tres semanas después de la floración.
Este mes de mayo también hemos empezado la poda en verde para eliminar los pámpulos estériles surgidos del tronco o de las ramas. Otras tareas en el viñedo incluyen la de amparar los sarmientos nuevos de las cepas que están conducidas en espaldera. También, los tratamientos preventivos de la tierra.