La vendimia ha estado marcada este año por la sequía y las altas temperaturas. Hemos vivido el verano más cálido que se recuerda, superando sobradamente el famoso verano de 2003. La vendimia ha sido temprana y más rápida en comparación con los años anteriores, sin afectar a la calidad de la uva, que ha sido muy buena, tanto sanitaria como por su composición analítica. Sin embargo, “tenemos muy buenas sensaciones respecto a la calidad de los vinos que saldrán. Obtendremos vinos elegantes con mucha fruta y una buena estructura” indica César Torrijos, enólogo y responsable técnico de BUIL & GINÉ.
La escasez de agua ha sido la nota dominante durante todo el período vegetativo de la planta. La sequía y las altas temperaturas de los meses de junio, julio y agosto han provocado una ligera disminución en la producción de uva de entre un 15 y un 20%, y el adelanto de la fecha de inicio de vendimia, de entre siete y quince días según las variedades. Sin embargo, la calidad ha sido muy buena y la uva ha entrado muy sana y con buen equilibrio entre madurez y frescura, y un grado alcohólico probable correcto.
Asimismo, la maduración de todas las variedades, excepto la Cariñena, ha sido más rápida y compacta, provocando una vendimia bastante rápida, que ha durado siete semanas, cuando normalmente el tiempo para entrar toda la uva estaba alrededor de las 9-10 semanas.
Así, la vendimia empezó el 22 de agosto con el Muscat y el Merlot. Siguió la cosecha del resto de las variedades blancas, Garnacha blanca principalmente, y también Viognier y Pedro Jiménez. Luego el Syrah y el Cabernet Sauvignon; Garnacha y Cariñena. Y como es habitual, las últimas variedades en cosecharse son la Garnacha y Cariñena de los viñedos viejos. Así, dimos por terminada la vendimia el día 5 de octubre con la cosecha del Samsó de dos viñedos viejos (78 y 112 años) en Gratallops.
En conclusión, ha sido una vendimia positiva y una añada de superación: seguimos aprendiendo de la viña y con ella, que ante la evidente situación de sequía en la que nos encontramos, ha demostrado nuevamente ser sabia y adaptarse a las condiciones climáticas variables, aprovechando al máximo la escasa agua de las lluvias, que han sido puntuales e irregulares, para dar uvas de calidad y con un buen grado de maduración.