El lloro de la viña a principios de marzo anuncia la inminente brotación, un grito en primavera, que ha llegado el 20 de marzo junto a un repentino aumento de las temperaturas. El viñedo sigue su ciclo de vida, ajeno a la sequía que nos hace estar alerta. A principios de abril hemos visto los primeros brotes desprendiéndose del “plomizuelo” que los protegía del frío, y el florecer de las flores silvestres, con los almendros todavía en flor. El paisaje adusto del invierno comienza a tomar los colores vivos de la primavera y a desprender su energía.
Seguirá la floración de la vid, cuando ésta desarrolla los órganos vegetativos y crea otros órganos nuevos: raíces, yemas, nietos y racimillos… El crecimiento se produce en longitud y grosor. La temperatura e insolación tiene una influencia capital sobre la velocidad de este fenómeno.